A un mes del terremoto en Nepal, así lo viví.
El campamento dos del Everest en el lado
de Nepal se encuentra a 6,350 metros de altura, cerca de la base de la pared el
Lhotse. Esa mañana del 25 de Abril desperté a las 2am para escalar dese el
campamento base hasta el campamento dos, pasando por la famosa cascada de hielo
del Khumbu. Era un día nublado, pero se alcanzaban a ver partes de las paredes
nevadas del Nuptse, Lhotse, Everest y West Shoulder. A pesar de que algunos
días antes había conseguido llegar a la cima del pico Lobuche Este a 6,100
metros de altura, sentía la falta de oxígeno y recordaba que a penas me
encontraba en la primera mitad de la expedición al Everest que normalmente dura
dos meses y que aún me esperaba aún un proceso largo de aclimatación.
Alrededor de medio día, estaba
descansando entre las tiendas de campaña cuando se sintió un fuerte movimiento
en el hielo sobre el que se encuentra el campamento, seguido inmediatamente del
sonido de una inmensa avalancha sobre el Nuptse. Basándome en mi experiencia de
22 años, primero pensé que el movimiento del suelo se debía a las toneladas de
hielo que iban cayendo y sacudiendo el glaciar. Pero segundos después, el suelo
comenzó a moverse de una manera verdaderamente violenta y a nuestro alrededor
comenzaron a detonarse múltiples avalanchas de todas las montañas. Nunca me
hubiera imaginado que justo en ese momento miles de personas perderían la vida
y que cientos de miles se quedarían sin hogar. Una de las tragedias más grandes
en a historia del pueblo de Nepal había comenzado.
*
* * * * *
Como todas las expediciones a los
Himalaya, para mi la aventura comienza meses antes con la planeación de la
logística, los permisos y el entrenamiento físico. He tenido la fortuna de
estar parado en la cima del Everest en cinco ocasiones y esta vez tenía el
proyecto de intentar subir a la cima de la montaña más alta del mundo sin usar
oxígeno suplementario. Para esto, realicé un intenso entrenamiento por el que
terminé corriendo dos maratones en un mes y durmiendo durante tres meses dentro
de una tienda de campaña con concentraciones más bajas de oxígeno, simulando como
si estuviera durmiendo a unos 6,000 metros de altura.
Volé a Katmandú a principios de Abril y
la primera complicación fue que no llegó ninguna de mis tres maletas. A los
pocos días apareció la primera que afortunadamente tenía las cosas más
importantes de mi equipo de escalar como botas, sleeping bag, traje de pluma,
etc. Las otras dos maletas tardaron casi tres semanas en aparecer y las volví a
ver hasta que fueron enviadas al campamento base. Quería darme las mayores
probabilidades de lograr el ascenso, por
lo que tuve que comprar lo esencial de mi equipo de escalar faltante y mucho de
eso lo terminé donando a los sherpas cuando aparecieron todas las maletas.
Como parte de la aclimatación tenía planeado
realizar el ascenso a dos picos antes de dirigirme al Everest. El primero de
ellos, Pachermo, tenía una cantidad inusual de nieve para esta época de
primavera y por seguridad decidí no intentar escalarlo. El segundo, el pico
Lobuche Este, lo subí en solitario el 22 de Abril y me sentí fuerte, listo para
pasar a mi objetivo principal de esa temporada.
En la cima del Pico Lobuche Este |
Los días que pasé en el Campamento Base
del Everest a 5,300 m de altura, antes y después de escalar el Lobuche, tenía
la costumbre de recorrer todo el campamento caminado antes de la hora de la
comida. Durante la temporada de primavera el campamento parece una pequeña
ciudad sobre el glaciar del Khumbu hecha de tiendas de campaña donde se ven
banderas de decenas de países que vuelan entre las banderas de oración budistas
que colocan los sherpas. Al estar sobre un glaciar, es difícil encontrar
espacios planos donde instalar las tiendas de campaña y es por eso que el
campamento se extiende a través de una zona bastante larga. Es común escuchar
avalanchas asiladas, pequeñas y no tan pequeñas, que caen de las montañas a
nuestro alrededor, pero nunca me hubiera imaginado que una de ellas podría tener
un tamaño grande como para llegar hasta el campamento base. Nunca me había
sentido inseguro estando ahí. El 25 de Abril en la madrugada dejé el campamento
base para escalar la cascada de hielo y empezar mi aclimatación en el Everest.
* * * * * *
Por el movimiento violento del glaciar en
el campamento dos, y al ver que eran muchas las avalanchas que caían
simultáneamente, me di cuenta que estábamos pasando por un terremoto excepcionalmente
fuerte. Escuchaba cómo tronaba el hielo bajo nosotros y durante un instante
pensé que era una verdadera posibilidad el que se abriera una grieta bajo
nosotros y que pudiéramos quedar atrapados dentro de ella. Afortunadamente, la
ubicación del campamento dos permitió que las avalanchas, las rocas y los
grandes bloques de hielo que se desplomaban cayeran hacia los lados y nos
salvamos de ser arrasados. El hielo dejó de moverse y de pronto todo fue
silencio.
A través del radio me comuniqué al
campamento base con el doctor Nima Sherpa para avisarle que estábamos a salvo y
supimos que algo grave había pasado en el campamento base pero sin tener detalles.
Aunque poco a poco nos fuimos enterando del número de muertos y lesionados en
el campamento base, no tuvimos mucha información de lo que realmente había
ocurrido sino hasta dos días después.
Nuestro primer problema luego del
terremoto fue que, como consecuencia de las avalanchas, varias de las escaleras
que se usan para cruzar las enormes grietas entre el campamento dos y el uno
habían desaparecido. Varios montañistas no podían descender al campamento uno
donde estaba su equipo para pasar la noche. En nuestra tienda de campaña comedor
tuvimos que improvisar un refugio para seis personas, consiguiéndoles sleeping
bags y colchones para protegerse del frío.
Durante el 25 y 26 de Abril tuvimos
juntas en el campamento dos entre los líderes de las expediciones y nos
enteramos de que también la ruta para regresar al campamento base se encontraba
en muy malas condiciones y era imposible descender por ella en esas
circunstancias. El 27 de Abril por la madrugada, al ver que podría tardar hasta
semanas el reabrir la ruta para descender, se decidió evacuar a todos los
montañistas a través de helicópteros. 170 personas fuimos evacuadas de entre el
campamento uno y dos.
Destrucción en el campamento base |
Ya en el campamento base, tuvimos más
noticias del tamaño de la tragedia en toda la región central de Nepal. Se
hablaba de miles de muertos y de la destrucción de la mayoría de las casas y
edificios en varias zonas del país. Una vez que fue evidente que sería muy
difícil continuar con el ascenso al Everest y que había mucho por hacer por los
damnificados, tomé la decisión de posponer mi proyecto de escalar para el
próximo año y dedicarme a apoyar dentro de lo posible en labores de ayuda
humanitaria. Así, el 30 de Abril dejé el campamento base, caminando cinco horas
hasta Pheriche y al día siguiente, con vuelos en helicóptero, avionetas y
aviones, llegué a Katmandú.
Al regresar a Katmandú, la capital de
Nepal, me imaginaba un panorama de mucha más devastación. Es cierto que la
ciudad estaba prácticamente vacía, con casi todos los comercios cerrados y las
calles desiertas. De vez en cuando se veían edificios derrumbados pero eran
relativamente pocos. Los edificios más grandes, como centros comerciales y
oficinas, parecían haber sufrido mayores daños y seguramente tendrán que ser
demolidos. Esa misma tarde del 1 de Mayo me dirigí a la Casa de las Naciones
Unidas en donde se estaban coordinando las labores de ayuda humanitaria,
atención médica y entrega de alimentos. También ahí se estaba registrando a los
voluntarios. En ese momento y en los siguientes días pude ver de primera mano
la extraordinaria respuesta que tienen los organismos internacionales ante
desastres naturales, con protocolos establecidos y con planes que pueden
implementar rápidamente dependiendo del tipo de contingencia. En especial pude
ver la extraordinaria actuación de UNICEF y se la Organización Mundial de la
Salud, WHO.
El día siguiente tuve la oportunidad de
conocer al grupo de búsqueda y rescate GAE-SAR
de Turquía y a REDOG (perros para búsqueda de sobrevivientes) de Suiza quienes ya estaban operando en Nepal tan solo 22 horas después del primer terremoto y lograron rescatar con vida de entre los escombros a varias personas hasta 72 horas después del sismo. Junto con ellos y una escolta militar visité Durbar Square, la plaza principal de Katmandú, que perdió por completo la mayoría de sus principales templos y construcciones, y dejó con daños severos el antiguo palacio real. Parecía una zona de guerra. Mi labor fue tomar cientos de fotografías para documentar el daño ante UNESCO por ser un sitio designado como patrimonio de la humanidad.
de Turquía y a REDOG (perros para búsqueda de sobrevivientes) de Suiza quienes ya estaban operando en Nepal tan solo 22 horas después del primer terremoto y lograron rescatar con vida de entre los escombros a varias personas hasta 72 horas después del sismo. Junto con ellos y una escolta militar visité Durbar Square, la plaza principal de Katmandú, que perdió por completo la mayoría de sus principales templos y construcciones, y dejó con daños severos el antiguo palacio real. Parecía una zona de guerra. Mi labor fue tomar cientos de fotografías para documentar el daño ante UNESCO por ser un sitio designado como patrimonio de la humanidad.
Posteriormente mi labor durante varios
días fue la de participar en la entrega de alimentos y lonas en poblaciones
alrededor del valle de Katmandú y ahí fue donde realmente vi la magnitud del
daño, visitando pueblos aislados en donde prácticamente todas las casas se
habían derrumbado y la gente estaba viviendo a la intemperie. Uno de los
grandes problemas que enfrentará el pueblo de Nepal en los siguientes meses es
que ya está iniciando la temporada del monzón que durante el verano trae
intensas lluvias. Sin casas ni refugios, la gente comenzará a enfermarse y
pienso que podrían generarse epidemias, a demás de que los deslaves dejarán
incomunicadas cientos de poblaciones. Es por eso que es una prioridad la
entrega de lonas para que la gente pueda tener un refugio durante el monzón y en
Agosto o Septiembre, puedan iniciar con la reconstrucción de sus viviendas.
Dos semanas después del terremoto, cuando
consideré que estaba dejando de ser útil y que eran más los recursos que estaba
utilizando que la ayuda que estaba brindando, decidí iniciar mi regreso a
México.
De esta experiencia me llevo muchas cosas,
muchas buenas y algunas malas. Entre las malas, el ver la actuación de un
gobierno abusivo e incompetente que hasta en momentos críticos actuó bajo
intereses políticos incluso llegando a tratar de bloquear las labores de las
organizaciones internacionales. Otro aspecto que vi con tristeza es que ciertas
personas, tal vez sin tener ningún mérito personal, aprovechan estas tragedias
para aparecer ante los medios de comunicación simplemente por encontrarse en el
lugar del desastre. Pero son muchas más las cosas positivas, como la
satisfacción de haber podido ayudar durante momentos difíciles para un país del
que he recibido mucho en más de una década. También me queda la grata realidad
de la solidaridad de la comunidad internacional en casos de desastres naturales
y el ver que se pueden hacer cosas constructivas de forma muy rápida cuando se
tiene la voluntad. Me llevo el recuerdo de la gente de Nepal que, a pesar de
vivir en uno de los países más pobres del mundo y de haber perdido sus bienes
materiales, tienen un espíritu de perseverancia admirable que los hace
sobreponerse a todo.