Escalando y volando en parapente por Europa (Agosto-Septiembre 2014)

Cuando pienso en los Alpes me vienen a la mente las grandes historias de los pioneros del montañismo. El Mont Blanc fue ascendido por primera vez en 1786, el Matterhorn en 1865 y la pared Norte del Eiger en 1938. Tuve oportunidad de escalar ahí varios picos en el 2005 y desde entonces mis proyectos de montaña se habían concentrado principalmente en Asia. Sin embargo, no dejaba de sentir una fuerte atracción por esa cordillera que atraviesa ocho países a lo largo de cerca de 1,200 kilómetros.

Hace más de 6 años comencé a volar en parapente, considerándolo como una manera más segura y divertida de descender de las montañas. Fue hasta que entré al mundo de parapente que escuché por primera vez de una clase de competencias conocida como Hike & Fly (literalmente se traduce en español como “Excursión a pie y volar”). En estas competencias los participantes tienen que realizar un recorrido de un punto a otro ya sea volando o caminando/corriendo, pero siempre cargando el parapente dentro de una mochila cuando no se esté en vuelo. Los eventos tienen diferentes distancias que van desde decenas de kilómetros hasta cientos de ellos. La estrategia consiste en subir caminando o corriendo en las montañas hasta zonas de despegue establecidas o improvisadas, volar lo más posible en dirección a la meta y al no poder mantener el vuelo, aterrizar para volver a escalar otra montaña que permita hacer un despegue. En algunos eventos se tienen periodos de descanso obligatorios pero en muchos de ellos los participantes pueden estar en movimiento las 24 horas del día. La duración varía desde un solo día, hasta varias semanas. Sin duda, la competencia hike & fly más reconocida y a la vez más dura del planeta es el Red Bull X-Alps que inicia en Salzburgo, en Austria y recorre más de 1,000 kilómetros sobre los picos más importantes de los Alpes hasta terminar en Monte Carlo, Mónaco. Se lleva a cabo cada dos años (la próxima será en 2015) y tan solo una fracción de los participantes que inicia logra cruzar la meta.

Conforme ha mejorado el diseño y desempeño de los parapentes modernos, los competidores que participan en el Red Bull X-Alps y alcanzan a llegar a la meta son los pilotos que logran desplazarse mejor durante el vuelo. Generalmente son los pilotos que tienen un mayor conocimiento de las condiciones locales de vuelo de los Alpes. No habiendo tenido la oportunidad de volar en esa cordillera, hace meses comencé a imaginar un viaje como ningún otro hasta ese momento: recorrer la parte central de los Alpes iniciando en Francia, escalando algunos picos importantes de más de 4,000 metros de altura y haciendo vuelos en parapente en zonas de vuelo de tres países distintos. Me desplazaría de un lugar a otro en una camioneta camper en donde también dormiría sitios de campamento. Quería tener una conocimiento, por muy básico que este fuera, de las diferentes condiciones de vuelo entre los picos de Europa y las zonas de vuelo que estoy acostumbrado en América y Asia, y una noción de los microclimas que ahí se forman.

Tras algunos meses planeando el viaje, dejé México a mediados de Agosto de 2014 y llegué  a Lyon en el Este de Francia. Con tres enormes maletas que contenían mi equipo de escalar, el parapente y una pequeña bicicleta plegable, llegué a las oficinas de la compañía de alquiler de campers a las afueras de la ciudad. El vehículo que me asignaron parecía un pequeñísimo departamento con una cama, baño/regadera, cocineta, refrigerador y mesa. De inmediato encontré parecidos con un velero y me vinieron a la mente recuerdos de mis días en el mar. Comprendo bien el francés y me expreso razonablemente bien en ese idioma pero, nunca antes habiendo utilizado un camper de este tipo, me llevó una hora y media entender las explicaciones de cómo funcionaba el sistema eléctrico, dónde cargar los tanques de agua potable, cómo descargar el tanque de agua gris, cómo cambiar el tanque de gas, etc. Con las maletas cargadas, encendí el motor y comencé la travesía.
Chamonix

Despegue en Pranplaz
Mi primera parada fue Chamonix cerca de la frontera entre Francia, Italia y Suiza donde se encuentra el grandioso Mont Blanc. No es la montaña más alta de Europa, ese honor lo tiene el Monte Elbruz que escalé hace una década, pero sí es el pico más alto de los Alpes. Chamonix también es el lugar donde nació el vuelo en parapente a finales de la década de 1970. Ahí pasé tres noches en el Camping de l'Ile des Barrats que atienden Valérie y Emmanuel Yout, una pareja muy agradable. Durante el día hice varios vuelos desde el despegue de Pranplaz que se encuentra sobre el valle de Chamonix pero del lado opuesto al Mont Blanc. No está permitido despegar sobre el Mont Blanc durante Julio y Agosto por la gran cantidad de vuelos de rescate en helicóptero que se hacen durante esa temporada y a  pesar de eso, los vuelos sobre Pranplaz fueron extraordinarios, haciendo vuelos de distancia que iniciaban sobre Aguilles Rouges. Subía al despegue en el teleférico, volaba durante toda la mañana hasta que lentamente llegaban las nubes después del medio día y comenzaba una ligera lluvia. Por las tardes leía, iba de compras al supermercado en mi bicicleta, me preparaba algo sencillo de cenar, trabajaba durante algunas horas desde mi computadora y me dormía.
 
Valle de Chamonix
Tras varios días de esta rutina llegó el momento de escalar. Con mi mochila preparada en la tarde anterior, dejé el camping el 22 de Agosto y tomé un autobús a Les Houches, luego un teleférico a Bellevue y un pequeño tren de cremallera hasta Nid d´Aigle. Caminé de subida por un estrecho camino rocoso hasta el refugio Tête Rousse y de ahí escalé por una empinada arista de piedra hasta el refugio Goûter. Este refugio fue recientemente construido, reemplazando a una vieja construcción de madera. Fue edificado sobre un acantilado y tiene forma de “huevo” que le permite ser aerodinámico y resistir vientos de hasta 300km/h. La limpieza y organización del refugio es asombrosa.
 
Refugio
En la cima del Mont Blanc
Tras una cena vegetariana me fui a descansar unas horas al dormitorio que me asignaron. A las dos de la mañana en punto comenzó a despertar la gente en el refugio para desayunar algo ligero e iniciar el ascenso. Entre el refugio y la cima hay 1,000 metros de desnivel y hay que cruzar enormes glaciares. Justo al amanecer, tras haber escalado solo toda la noche y con bastante viento, alcancé la cima del punto más alto de los Alpes (4,810 m). El descenso se me hizo largo y pesado, teniendo que regresar al refugio Goûter, a Tête Rousse, Nid d´Aigle, Bellevue, Les Houches y finalmente Chamonix. Esa noche festejé cenando comida Hindú.

Continué mi viaje hacia el Este cruzando la frontera con Suiza hacia Grindelwald y escalando el Mönch (4,107 m). Me hubiera gustado escalar el Eiger por la arista Mitteleg
Mönch
i o la arista sur pero con tanta precipitación en el verano, la montaña tenía demasiada nieve como para hacer un ascenso seguro. Perdí todo un día por el mal clima y me dediqué a lavar ropa en el camping Gletscherdorf. Pero la mañana siguiente, con un cielo azul, me dirigí a Interlaken en donde hice vuelos desde Niedelhorn y Amisbühl. Interlaken en español quiere decir “entre lagos” y la vista que tuve durante los vuelos fue inigualable: campos verdes, lagos color esmeralda, enormes picos nevados, y pequeños chalets de madera por las laderas.
 
Lago Thun, Interlaken
A la mañana siguiente volví a empacar todas mis cosas, me dirigí al Este y crucé hacia Austria. Ahí me dirigí al Sur, por el valle de Zillertal para hacer varios vuelos en la región del Tirol. El campamento se encontraba en Mayerhofen, un pequeño pueblo famoso por el esquí durante el invierno pero también muy turístico durante el verano. En los teleféricos subí en repetidas ocasiones hasta el despegue de Penken y volví a disfrutar de las vistas que parecían sacadas de un cuento.

Matterhorn
Tras un par de días en Mayerhofen llegué a Salzburgo en donde pasé a conocer a Christoph Weber, el director del Red Bull X-Alps. Durante algunas horas platicamos sobre la competencia y sobre el proceso de selección de los atletas. Llegó el momento de comenzar el regreso hacia Francia no sin antes parar en Zermatt, el mágico pueblo Suizo a los pies del Matterhorn. Ahí, desde el moderno refugio de Monte Rosa, realicé el ascenso al Dufourspitze (4,634 m), que es la segunda montaña más alta de los Alpes.
 
Arista del Dufourspitze
La última parada del viaje fue nuevamente Chamonix. Ya siendo Septiembre, no habían restricciones de vuelo del lado del Mont Blanc y sobrevolé los imponentes glaciares de esta enorme montaña.
 
Glaciar
Esta aventura por los Alpes europeos fue aún más intensa que las que estoy acostumbrado a hacer. En tan solo 20 días recorrí 2,400 km manejando por cuatro países, escale tres de los picos más altos del continente y realicé 18 vuelos en parapente recorriendo más de 350km. Podría pensarse que viviendo de una manera tan precipitada no me da tiempo de parar y de disfrutar muchas cosas durante el camino. Pero hay unas palabras de Henry David Thoreau en su libro Walden que sigo como un mantra: “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.” Me queda muy claro que el tiempo que tenemos es prestado y trato de aprovecharlo al máximo.