Cosas del corazón
No recuerdo bien cuándo fue la primera vez que sentí que dejaba de latir mi corazón por un momento para después sentir un latido mucho más fuerte de lo normal como queriendo compensar por haber dejado de funcionar durante un momento. Esto debe haber iniciado a finales del 2009 o principios del 2010. Inicialmente me asustaba cada vez que lo sentía y llegaba a pasarme 3 ó 4 veces por minuto pero, como posteriormente volvía a latir el corazón de manera normal, dejé de preocuparme y comencé a pensar como el dicho mexicano: lo que no te mata, te hace más fuerte.
El año pasado en el Everest viví de vez en cuando la misma sensación, pero eso no fue lo que me hizo detenerme en mi ascenso por el lado norte. Esa vez comencé a sentir dolor en el pecho sobre el corazón. En Katmandú, después de realizarme laboriosos estudios, el cardiólogo concluyó que tenía una inflamación en el cartílago que une las costillas y el esternón, pero que mi corazón estaba fuerte para intentar el ascenso que días después logré exitosamente por el lado sur del Everest.
Al regresar a México seguí experimentando la sensación de que se detenía y luego latía más fuerte mi corazón pero seguía sin revisarme a fondo. Sin embargo, cuando vi que existía la posibilidad de volver a intentar el doble ascenso este año, decidí que no comenzaría a planear nada hasta no haber visto a un cardiólogo que me diera respuestas definitivas y que me explicara que tan riesgoso es regresar a escalar con lo que me estaba pasando. En resumen, tengo tres condiciones:
-Costocondritis.- Esta es la inflamación del cartílago que une las costillas con el esternón y que tienen como consecuencia dolor en el pecho. Normalmente se quita en unas semanas pero se puede convertir en algo crónico, como en mi caso. Es incómodo experimentar este dolor intermitentemente pero por suerte no es peligroso y sólo es algo con lo que hay que aprender a vivir.
-Contracción ventricular prematura o extrasístole.- Es un tipo de arritmia benigna por la que el corazón “se brinca” un latido y el cerebro compensa mandando un impulso eléctrico más intenso, por lo que el siguiente latido se siente como si el corazón brincara. Aquí la palabra clave es benigno y definitivamente es algo incómodo pero también tengo que aprender a vivir con esta condición.
-Agrandamiento de la arteria pulmonar.- Cuando fui a ver al cardiólogo, acudía por los síntomas del dolor y la arritmia, pero en las radiografías detectó que mi arteria pulmonar, la que lleva sangre del corazón a los pulmones, tenía un tamaño mucho mayor de lo que es normal y conveniente. Una de las causas principales por la que esto ocurre es por hipoxia (falta de oxígeno) crónica, es decir, se encuentra completamente relacionada con mis escaladas anteriores. Por si sola, esta condición no es peligrosa pero es algo que hay que monitorear en el futuro.
Mi situación podría parecer terrible, pero en realidad el riesgo adicional que esto me puede traer es marginal. Durante la expedición, seré tan cuidadoso y conservador como lo he sido siempre y ante cualquier situación de peligro tendré la misma cautela. Pero esta vez mi corazón será otro riesgo (aunque pequeño) en la montaña como lo son las avalanchas, tormentas, frío, grietas, altura, etc. entendiendo que puedo perder un dedo por congelamiento o romperme costillas en una caída, pero corazón solo tengo uno, medio magullado, pero ahí está.