Un descenso forzado al Campamento Base Norte
El plan para el día era subir desde ABC hasta el Collado Norte y regresar a
dormir a ABC. El viento comenzó a ser más intenso alrededor de las dos de la
mañana y fue en aumento durante toda la noche. Lo sé porque no pude dormir
ni un minuto. En vez de comenzar a escalar a las siete de la mañana como lo
tenía planeado le indiqué a Fur Gyalzen, mi sherpa, que esperaríamos una
hora más para ver si bajaba un poco el viento. Eran las ocho y media y no
había cambio por lo que modifiqué el plan para escalar hasta que el viento
comenzara a ser peligroso y en ese momento nos daríamos la vuelta. Pudimos
subir hasta la pared del Collado Norte pero ahí la fuerza del viento nos
obligó a regresar.
Sin embargo, mis problemas tan solo comenzaban. Cerca de ABC noté que aunque
iba caminando con mucho equilibrio y coordinación me encontraba como mareado
y percibía todo distante. De regreso en el campamento tomé mi oxímetro
(pequeño aparato que sirve para medir la saturación de oxígeno en la sangre
y la frecuencia cardiaca) y me refugié del viento en la carpa comedor. El
"mareo" iba en aumento aunque mi saturación de oxígeno era normal para esa
altura.
Uno de los peligros más grandes que enfrentamos los alpinistas es el Edema
Cerebral. Esto consiste en un aumento en el líquido entre el cráneo y el
cerebro, lo que pone presión en este último. Los síntomas son
desorientación, mareo, nauseas, dificultad para hablar, dolor de cabeza y
falta de coordinación (como una noche de fiesta con los muéganos). Si no se
atiende de inmediato, después de unas horas la persona que sufre de esto
pierde el conocimiento y muere. La mejor solución para el Edema Cerebral es
descender de inmediato.
En mi caso, lo que sentía era una forma de mareo en la que no había perdido
el equilibrio, pero percibía todo como si no fuera real y lo estuviera
viendo en una película. No tenía nauseas, hablaba en inglés, español y algo
de nepalí, no tenía dolor de cabeza y hasta hice malabares con tres piedras
para probar mi coordinación (me salió tan bien a 6,400m de altura que ni del
Cirque de Soleil lo harían mejor). Sin embargo, ante la duda decidí bajar de
inmediato del ABC al Campamento Base Norte.
Manuel Sanjuan, un compañero puso lo indispensable que necesitaría en una
mochila y de inmediato salí con Fur Gyalzen camino al Campamento Base.
Recorrimos cerca de 20 kilómetros en menos de cinco horas impulsado por la
necesidad de perder la mayor altura posible en el menor tiempo. Durante todo
el camino seguí con esa visión rara entre mareo y falta de realidad pero con
la coordinación al 100%.
Cerca de las cuatro de la tarde regresé al Campamento Base Norte pero la
sensación se quedó hasta la noche. ¿Qué me pasó? Definitivamente no fue
Edema Cerebral. Creo que en este caso ganó la prudencia y reaccioné ante lo
que pensé que podría ser el peor escenario. Desde hace seis años tengo
episodios de vértigo que me ocurren un par de veces por año y algunas
ocasiones he tenido que dejar de manejar por lo intenso de la sensación.
Creo que esto es lo que me sucedió. Tendré que esperar varios días en el
Campamento Base para ver que no me vuelva a ocurrir y entonces tomaré la
decisión si podré volver a subir para continuar el ascenso. Mañana estaré
visitando a un doctor para escuchar su opinión.
dormir a ABC. El viento comenzó a ser más intenso alrededor de las dos de la
mañana y fue en aumento durante toda la noche. Lo sé porque no pude dormir
ni un minuto. En vez de comenzar a escalar a las siete de la mañana como lo
tenía planeado le indiqué a Fur Gyalzen, mi sherpa, que esperaríamos una
hora más para ver si bajaba un poco el viento. Eran las ocho y media y no
había cambio por lo que modifiqué el plan para escalar hasta que el viento
comenzara a ser peligroso y en ese momento nos daríamos la vuelta. Pudimos
subir hasta la pared del Collado Norte pero ahí la fuerza del viento nos
obligó a regresar.
Sin embargo, mis problemas tan solo comenzaban. Cerca de ABC noté que aunque
iba caminando con mucho equilibrio y coordinación me encontraba como mareado
y percibía todo distante. De regreso en el campamento tomé mi oxímetro
(pequeño aparato que sirve para medir la saturación de oxígeno en la sangre
y la frecuencia cardiaca) y me refugié del viento en la carpa comedor. El
"mareo" iba en aumento aunque mi saturación de oxígeno era normal para esa
altura.
Uno de los peligros más grandes que enfrentamos los alpinistas es el Edema
Cerebral. Esto consiste en un aumento en el líquido entre el cráneo y el
cerebro, lo que pone presión en este último. Los síntomas son
desorientación, mareo, nauseas, dificultad para hablar, dolor de cabeza y
falta de coordinación (como una noche de fiesta con los muéganos). Si no se
atiende de inmediato, después de unas horas la persona que sufre de esto
pierde el conocimiento y muere. La mejor solución para el Edema Cerebral es
descender de inmediato.
En mi caso, lo que sentía era una forma de mareo en la que no había perdido
el equilibrio, pero percibía todo como si no fuera real y lo estuviera
viendo en una película. No tenía nauseas, hablaba en inglés, español y algo
de nepalí, no tenía dolor de cabeza y hasta hice malabares con tres piedras
para probar mi coordinación (me salió tan bien a 6,400m de altura que ni del
Cirque de Soleil lo harían mejor). Sin embargo, ante la duda decidí bajar de
inmediato del ABC al Campamento Base Norte.
Manuel Sanjuan, un compañero puso lo indispensable que necesitaría en una
mochila y de inmediato salí con Fur Gyalzen camino al Campamento Base.
Recorrimos cerca de 20 kilómetros en menos de cinco horas impulsado por la
necesidad de perder la mayor altura posible en el menor tiempo. Durante todo
el camino seguí con esa visión rara entre mareo y falta de realidad pero con
la coordinación al 100%.
Cerca de las cuatro de la tarde regresé al Campamento Base Norte pero la
sensación se quedó hasta la noche. ¿Qué me pasó? Definitivamente no fue
Edema Cerebral. Creo que en este caso ganó la prudencia y reaccioné ante lo
que pensé que podría ser el peor escenario. Desde hace seis años tengo
episodios de vértigo que me ocurren un par de veces por año y algunas
ocasiones he tenido que dejar de manejar por lo intenso de la sensación.
Creo que esto es lo que me sucedió. Tendré que esperar varios días en el
Campamento Base para ver que no me vuelva a ocurrir y entonces tomaré la
decisión si podré volver a subir para continuar el ascenso. Mañana estaré
visitando a un doctor para escuchar su opinión.