Día de celebración - Puja
Esta es la cuarta vez que me toca participar en una ceremonia de Puja (se
pronuncia como cuya) y siempre me había costado trabajo describir lo que
esta representa. Ahora, creo que tengo la palabra adecuada. Es una
celebración. Más que una ceremonia budista o espiritual, algo sombrío, se
trata de celebrar que estamos vivos, frente a una montaña majestuosa, con
las ganas, la actitud y (para algunos) la salud para intentar subir la
montaña. En vez de quedarnos en silencio escuchando al Lama, los Sherpas y
nosotros platicamos y permanentemente durante la Puja están circulando
galletas, chocolates, cerveza y Coca-Cola.
Al final lanzamos al aire el Tsampa o harina de cebada y lo que nos queda en
las manos nos lo ponemos uno a otro en los cachetes como si fuera una barba
blanca, deseándonos que vivamos hasta viejos. Terminando, los Sherpas cantan
y todos bailamos abrazados de los hombros. Como resultado de la Puja,
quedará durante toda la expedición un altar de piedra con cientos de
banderas de oración de color rojo, azul, verde, amarillo y blanco y que
contrastarán todos los días con el blanco y negro del hielo y las piedras de
las montañas.
¿No suena más a una fiesta o celebración? Parecería que sirve más para
recordarnos del privilegio que tenemos de estar vivos, aprovechar cada día
al máximo y hacer lo mejor de nuestras vidas.
pronuncia como cuya) y siempre me había costado trabajo describir lo que
esta representa. Ahora, creo que tengo la palabra adecuada. Es una
celebración. Más que una ceremonia budista o espiritual, algo sombrío, se
trata de celebrar que estamos vivos, frente a una montaña majestuosa, con
las ganas, la actitud y (para algunos) la salud para intentar subir la
montaña. En vez de quedarnos en silencio escuchando al Lama, los Sherpas y
nosotros platicamos y permanentemente durante la Puja están circulando
galletas, chocolates, cerveza y Coca-Cola.
Al final lanzamos al aire el Tsampa o harina de cebada y lo que nos queda en
las manos nos lo ponemos uno a otro en los cachetes como si fuera una barba
blanca, deseándonos que vivamos hasta viejos. Terminando, los Sherpas cantan
y todos bailamos abrazados de los hombros. Como resultado de la Puja,
quedará durante toda la expedición un altar de piedra con cientos de
banderas de oración de color rojo, azul, verde, amarillo y blanco y que
contrastarán todos los días con el blanco y negro del hielo y las piedras de
las montañas.
¿No suena más a una fiesta o celebración? Parecería que sirve más para
recordarnos del privilegio que tenemos de estar vivos, aprovechar cada día
al máximo y hacer lo mejor de nuestras vidas.