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Banderas de oración antes del pico Lobuje |
El ascenso estaba planeado para dos días.
El primero subiríamos al campamento de altura, donde pasaríamos la noche y la
mañana del segundo intentaríamos llegar a la cima. Temprano el primer día
Ricardo se despidió y junto con Mingma caminaron alrededor de 17 kilómetros
hasta el campamento base del Everest a 5,300 metros de altura y regresarían a
dormir a Gorak Shep. Fue una larga marcha pero comentó que valió la pena y le
trajo buenos recuerdos de la vez que vino en 2006 junto con Lulú.
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El pico Lobuje |
Tshering y yo terminamos de separar el
equipo que llevaríamos a la montaña y juntamos dos maletas que cargamos en un
yak. A media mañana dejamos el hotelito y caminamos rumbo al campamento de
altura del pico Lobuje. El clima era ideal, con muy poco viento y el cielo
completamente azul. La ruta iniciaba con un ascenso muy leve hasta la base de
la montaña y hasta ahí pudo llegar el yak. Desmontamos el equipo y continuamos
escalando, cargando las mochilas que llevábamos y las dos maletas con el
equipo. Fue un trayecto relativamente corto pero cansado por el peso que
llevábamos y por el terreno rocoso que tuvimos que pasar. Tres horas después de
haber iniciado la marcha llegamos al collado donde se encuentra la zona del
campamento de altura en el pico Lobuje a 5,200 metros sobre el nivel del mar.
Es un lugar plano y protegido del viento. Montamos la tienda de campaña, nos
instalamos dentro y fuimos a recoger el agua que usaríamos para cocinar y para
beber. Me habían dicho que encontraríamos un laguito en el collado donde
podríamos tomar el agua pero al parecer no ha nevado desde hace tiempo y el
laguito parecía más bien un charco grande. Preparamos una sopa de pasta y un
poco de té, y cuando el sol se metió tras las montañas a las seis de la tarde
nos preparamos para dormir un rato.
No estoy seguro de a qué hora cerré los
ojos pero sentí que había dormido durante largo tiempo. Me desperté y vi el
reloj. ¡Tan sólo eran las 9:00pm! Dormité durante algunas horas más y a las
2:30 en punto desperté a Tshering. Calentamos agua en la estufa, preparamos un
poco de café y nos preparamos para iniciar el ascenso a la cima. Tshering
llevaba una mochila con la cuerda y otro equipo de escalar que usaríamos y yo
llevaba la mochila del parapente que pesa unos diez kilos y es bastante grande.
Tuvimos luna llena que nos acompañó el resto de la noche y no fue necesario
usar lámpara para iluminar el camino. Comenzamos a escalar en silencio, por un
terreno de roca con bastante pendiente. Fueron alrededor de 300 metros de
desnivel de esta forma hasta que llegamos al inicio del glaciar. Ahí nos
pusimos los crampones, el arnés, sacamos nuestros piolets, nos encordamos
Tshering y yo, e iniciamos el ascenso por el glaciar. Desde el inicio del
glaciar hasta la cima tenía unos 50º de inclinación por lo que siempre tuvimos
que escalar con el mayor cuidado.
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El amanecer |
Durante las siguientes dos vivi algunas de las mejores horas que he pasado en la escalada. La luna iluminaba las montañas de la cordillera de los himalaya como si fuera de día pero eventualmente la noche fue dando paso al amanecer y comenzó a cambiar el color del cielo. A nuestro lado izquierdo, el cielo tenía franjas de color
negro, azul y morado. De nuestro lado derecho, podía ver la cima del Everest,
Makalu, Lhotse, Nuptse, Baruntse y Ama Dablam. Se veían las primeras luces del
amanecer con el cielo rojo, naranja, amarillo y azul. Fue un espectáculo
magnífico que espero recordar siempre.
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Subiendo por el glaciar |
Conforme íbamos subiendo, el viento fue
aumentando y a las siete de la mañana llegamos a la cima este del pico Lobuje,
marcada por varias hileras de banderas de oraciones de colores. La cima era
ideal para un despegue del parapente pero el fuerte viento venía justo del lado
opuesto, lo que en ese momento hacía imposible el despegue. Esperé media hora
sentado, analizando el clima y me di cuenta que la única forma de despegar
sería aprovechar una de las breves ventanas en las que desaparecía el viento.
Saqué el parapente, me puse el arnés y durante una hora y media estuve
intentando. Me di cuenta que a 6,200 metros era muy difícil hacer un despegue
sin la ayuda del viento de frente por lo que a las 9:00am, con la ayuda de
Tshering, guardé el parapente y comenzamos el descenso. Hubiera preferido haber
volado y no haber tenido que cargar el parapente de bajada pero sería en otra
ocasión.
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En la cima, con el parapente empacado del lado izquierdo |
El descenso lo hicimos con gran cuidado,
asegurándonos mutuamente cada treinta metros. En estos tiempos los Sherpas
escalan con mucha seguridad y buena técnica y me sentí completamente seguro
cuando Tshering me aseguraba. Bajamos en dos horas lo que nos llevó cuatro
horas de subida. Desmontamos el campamento, empacamos las maletas y cargamos el
equipo de bajada hasta donde estaba el yak con el “yakero” (a falta de una
mejor palabra). Caminamos de regreso hacia el hotelito y en el camino nos
encontramos a Ricardo y a Mingma que nos recibieron con chocolates y
Coca-Colas.
Así terminó el ascenso al pico Lobuje.
Mañana nos dirigiremos hacia el Island Peak, que es la montaña que subiremos
todos juntos.