De Namche a Pheriche
Tenía planeado despertar un poco más
tarde en el día de descanso y aclimatación en Namche pero me despertó el sonido
de los trabajadores que empezaron a picar piedra a las seis de la mañana en el
edificio que están construyendo a unos metros de mi ventana. Pero no me podía
quejar porque a diferencia de ellos me encontraba calientito en mi cama.
Después de un café y un desayuno ligero empecé a caminar hacia Thamo. Me llevó
un par de horas llegar al pequeño pueblo pero tenía una visita importante que
hacer. En 2010 murió Chhewang Nima Sherpa en una avalancha en el Baruntse. Subí
el Everest en 2005 y tenía programado escalar el Ama Dablam con él pero murió
un par de semanas antes de esa expedición. En esta ocasión fui a visitar a su
viuda, a la que he tratado de ayudar desde el accidente. No habla inglés y un
sherpa me tuvo que ayudar a traducir. Me dio gusto verla bien y su pequeño
restaurante estaba lleno cuando pasé. Antes de regresar a Namche, me entregó
una kata y me deseó buena suerte en la expedición.
A la mañana siguiente desperté temprano,
desayuné y comencé a caminar a las siete de la mañana. En realidad no era
necesario que empezar tan temprano pero al final del recorrido para el día me
esperaba la subida a Tengboche y suele hacerse más pesada con el calor de medio
día. El recorrido de este día es sin duda uno de los más bonitos ya que tan
solo unos minutos después de empezar a caminar se da la vuelta a una ladera y
enfrente se tiene una vista espectacular con el Everest, Lhotse y Nuptse
enfrente y el Ama Dablam al lado derecho. Me dio mucho poder ver mi objetivo y
he tenido la fortuna de disfrutar esta vista tantas veces que ya lo siento como
ver a un viejo amigo. La diferencia de altura de Namche a Tengboche es de unos
500m pero en realidad hay que subir mucho más que eso porque la primera mitad
del camino es una bajada prolongada y continua hasta llegar a un cruce de río
en una zona que se llama Phunki Tanka. A partir de eso es 100% subida. Primero
por un bosque con árboles que dan algo de sombra pero luego aumenta la
pendiente y no hay sombra alguna en el camino que zigzaguea por la ladera. Bien
vale la pena el esfuerzo de la subida porque de pronto se termina y la
recompensa es una maravillosa vista del monasterio de Tengboche y otra vez el
Everest y compañía. A diferencia de los días anteriores, se cerró el cielo por
la tarde y desaparecieron las montañas. Este es el típico clima de la región
del Everest: completamente despejado en las mañanas y completamente nublado por
las tardes.
Finalmente hoy, 8 de Abril, me despertó
la alarma que había programado para poder asistir a las oraciones de la mañana
de los monjes en el monasterio de Tengboche. Cuando llegué a las puertas del
monasterio habían unas 15 personas esperando para entrar porque la puerta
todavía estaba cerrada pero mientras nos entretuvimos con la vista del Everest
al amanecer con el cielo completamente despejado. Nos abrieron y pasamos a la
sala principal. Es evidente que este monasterio recibe bastantes donativos
porque la sala la habían pintado recientemente y se veía verdaderamente linda.
Las paredes de estos cuartos están pintadas con figuras de budas y otros
símbolos budistas pero por el humo de las veladoras se van llenando de una capa
de hollín. La sala de oraciones del monasterio de Tengboche se veía perfecta.
Poco a poco entraron los monjes, se colocaron en sus lugares y comenzaron a
recitar oraciones y mantras. De vez en cuando uno de ellos se paraba y le
servía té a todos los demás. Fue un gran inicio del día. El camino me llevó a
través del último bosque y los últimos árboles que veré en más de un mes. Crucé
un puente y llegué a la pequeña población de Pangboche donde fui a buscar el
monasterio. Estos edificios son fáciles de encontrar porque son los únicos de
color rojo en todo el pueblo. Entré al monasterio y se estaba realizando una
ceremonia de puja y me quedé un rato a escuchar a los monjes recitar. Para mí
es una tradición hacer una ofrenda de veladoras de mantequilla antes del
ascenso y era importante hacer esta parada. Dos horas más de marcha por las
laderas de los Himalaya me llevaron hasta Pheriche, mi destino para este día. Con
casi 4,400 metros de altura es un buen avance en mi proceso de aclimatación y
ahora me encuentro a tan solo dos días de marcha del campamento base. Mientras
escribo esto, estoy en el comedor del hotelito esperando a que llegue mi cena
de Dal Bhat (arroz con lentejas). Está completamente repleto de gente y por
suerte no se siente nada de frío.