Días uno y dos, de Seattle a Acapulco
3 de Septiembre
Llegó el día de partir de Seattle a Acapulco y para nosotros comenzó muy temprano en la madrugada. Habíamos pasado la noche en el velero y nos despertamos con una ligera lluvia que continuó intermitente durante toda la mañana. Ya habíamos dejado el Champ prácticamente preparado la noche anterior y fue poco trabajoso encender el motor, soltar las amarras y dejar la marina antes del amanecer. El mar estaba tranquilo y no había nada de viento por lo que durante el resto del día tuvimos que continuar a motor.
Es común que se junte tráfico de barcos de carga, cruceros, yates y veleros que van y vienen hacia el océano. Existen canales de navegación definidos pero siempre se vuelve una experiencia interesante navegar por esta agua y compartirlas con estos gigantes. La lluvia fue disminuyendo y poco a poco comenzaron a aparecer bancos de niebla en los que no teníamos visibilidad. Navegábamos con el GPS y monitoreando a los barcos que teníamos alrededor con un sistema llamado AIS. Pero de vez en cuando alcanzábamos a escuchar la corneta de algún gran barco que sonaba a la distancia y otras veces no tan lejos. Durante el trayecto tuvimos algunos problemas con el motor y llegamos a Port Angeles alrededor de las 8 de la noche, algunas horas más tarde de lo que habíamos pensado. Decidimos salir a cenar para celebrar nuestro primer día en el mar.
4 de Septiembre
Despertamos hoy un poco más tarde y desayunamos algo rápido con la tarea de cuanto antes conseguir un mecánico que nos apoyara a revisar el motor. Aunque haremos prácticamente todo el recorrido a vela, es importante tener un motor confiable en caso de emergencia o al momento de entrar a algún puerto. Tuvimos suerte de que en poco tiempo pudimos localizar a Mike Evans, mecánico de motores marinos de diesel. Tardó alrededor de una hora en darle una revisada y me dio gusto saber que durante el trayecto, cuando tuvimos los problemas, hicimos todo lo que estaba en nuestras manos por hacer para darle mantenimiento al motor. Todo esto quedó listo antes del medio día.
La segunda parte del día la dedicamos a hacer los trámites de aduana (para la salida del velero) y nuestra salida de migración. En Port Angeles hay una terminal del transbordador que cruza desde la isla Victoria en Canadá y están muy acostumbrados a la entrada y salida de turistas. Pero fue difícil explicarles a los agentes que un velero con bandera americana salía desde Port Angeles hasta Acapulco (normalmente el trámite de salida se hace en San Diego pero preferimos no parar), con tripulación mexicana que quería dejar Estados Unidos y aún pasar varios días en aguas estadounidenses sin tocar tierra. Hechas las aclaraciones, nos sellaron la salida en los pasaportes, entregamos nuestras formas I-94 y dimos por concluido este asunto. Caminando de regreso a la marina me encontré con una tienda en donde pude comprar algo que no había podido conseguir en los últimos días en Seattle: un papalote para volarlo desde el velero y colgarle la cámara GoPro. Será interesante hacer unas tomas aéreas del Champ.
Nuestra última tarea del día fue llevar al Champ al muelle donde se carga combustible y llenamos su tanque de 85 galones (320 litros). También traemos 15 galones (56 litros) más en pequeños botes en caso de que los llegáramos a necesitar.
Hoy trataremos de dormir temprano ya que zarparemos en la madrugada. Quiero que entremos a mar abierto a medio día para poder alejarnos de los canales de navegación y pasar una noche más tranquila y más segura. Si todo sale bien, la próxima vez que pisemos tierra será en Acapulco, México.