Nyalam y Tingri

El segundo día en Nyalam empezamos a caer en la rutina del viaje al
Campamento Base. Normalmente hacen de desayunar para todos pero en Tíbet nos
dan cosas raras como arroz con leche y pan frito pero siempre acabo pidiendo
que me preparen un omelette. Como soy vegetariano y los únicos productos
animales que como son huevo y lácteos, en el desayuno como la mayoría de las
proteínas del día.

Los cocineros y sus ayudantes, así como algunos sherpas de nuestro equipo
salieron hoy hacia el campamento base, para comenzar a instalar el
campamento, la cocina, comedor, tienda de comunicaciones y tiendas de
campaña personales. Es un trabajo muy pesado pero para cuando lleguemos
tendrán todo listo.

Antes de comer, estuve leyendo bastante y usando el internet. Por la tarde,
salí con Bill y con Mingma a caminar por las montañas alrededor del pueblo,
pero lo que inició como un día soleado y agradable se convirtió pronto en
una tormenta de viento y nieve. Regresamos a Nyalam después de un par de
horas de recorrido.

El hotel no tiene regaderas pero cruzando la calle hay unos baños públicos.
A veces en estos lugares la limpieza es secundaria pero por lo menos tienen
agua caliente. Pasamos nuestra segunda y última noche en Nyalam y temprano
en la mañana del 9 de Abril nos subimos a las camionetas para cuatro horas
de recorrido hasta Tingri. La carretera estaba en perfecto estado y es
evidencia de lo mucho que han invertido los chinos en infraestructura en
Tíbet. El camino recorre las grandes planicies que son más bien un desierto
y que están en promedio a 4,200 metros de altura. Poco a poco empiezan a
surgir grandes picos y el primer ochomil que vemos es el Shisha-Pangma. En
nuestro recorrido cruzamos el Nyalam-tang-la que es un paso entre las
montañas a más de 5,000 metros. Tiene un arco que cruza la carretera y del
cual cuelgan decenas de banderas de oración de color blanco, azul, verde,
amarillo y rojo. Me impresiona la amplitud de las planicies y lo vasto que
es el territorio de Tíbet. El aire es frío y puro, y el cielo ya se empieza
a ver de un azul más intenso.

Ya cerca de nuestro destino, vimos a lo lejos por primera vez en el viaje al
Everest y al Cho-Oyu. Aunque el Everest se encontraba todavía a unos 100
kilómetros de distancia, se alzaba imponente sobre todas las demás montañas.
Lejos de sentir dudas, aumentó mi confianza y mi deseo por iniciar a
escalar.

Llegamos a Tingri después del medio día. Desde el año pasado sabía que
estaban mejorando el único hotel que hay en el pueblo. El que había antes es
uno de los lugares más sucios y desagradables que me he encontrado en mi
vida con catres cubiertos de diminutos colchones por los que corrían todo
tipo de bichos y seguro piojos. Parte del viejo hotel ahora es una
construcción moderna de dos pisos. Cuando llegamos, nos dijeron que no
podíamos ocupar las nuevas habitaciones porque no estaban terminadas y esto
me desanimó. Ya que estaba resignado a ocupar el catre, le pedía a Mingma
que preguntara qué le faltaba a los cuartos y le contestaron que aún no
había agua en los baños. Nos reímos y pasamos a ocupar los cuartos nuevos
que por lo mismo están completamente limpios.

Tingri es un pueblo cuya única calle es la carretera principal. Debe haber
un perro callejero por cada persona y los perros son agresivos. De hecho,
atacan a la gente en la noche y recuerdo que el año pasado mordieron a una
turista. Aunque no me gusta nada este lugar, es una parada necesaria para
aclimatarnos y lo tomo como parte del proceso. Además, sólo será por dos
noches.